domingo, 12 de junio de 2011

Relato de domingo

Laura estaba reunida junto con amigas y amigos esa noche, en el departamento de uno de ellos. Había empanadas, vino y guitarras. Algunos vestían ponchos y pantalones Grafa. Cantaban en ronda, reían, se chusmeaban alguna cuestión de la facultad.

Ella consultó su reloj y se dio cuenta que era tarde; mañana tenía que madrugar para abrir la inmobiliaria de su padre. Recordó el episodio de días pasados en el local ubicado en la esquina, casi frente a la plaza, a metros de la casa de los Falcone. Otra vez la cara de ese milico entrando firme y observando todo el barrio desde adentro de la oficina. Minutos más tarde, él y su Grupo de Tareas entrarían al hogar a los tiros y golpes, y se la llevarían para siempre.

Alisó su pelo negro, lacio a fuerza de hacerse la toca, y se despidió de los amigos. Salió a la calle y por la diagonal, un Falcon verde pasaba a toda velocidad, frenando a dos casas de donde ella salía. Pensó en los militantes que su viejo había guardado en el altillo, y agradeció en silencio que ya se hubieran podido exiliar clandestinamente a Paraguay. Los oficiales bajaron armados del auto y entraron al domicilio vecino pateando la puerta.

Laura volvió a entrar donde estaban sus compañeros.

-¿Alguien me puede acompañar hasta mi casa? Allá afuera hay una ferretería -dijo refiriéndose a la cantidad de armas (los fierros) que había visto.

Nadie le contestó.

Ella recordó esa mancha de sangre que estaba impregnada en el asfalto de la esquina de su casa desde hacía meses.

La miraron. Hubo alguna tos incómoda y al instante volvieron a cantar.

-Yo te llevo.

Horacio tenía algún problema de discapacidad motriz sobre el que Laura no había podido ahondar, pues no se veían a menudo. A pesar de la dificultad para moverse, él tenía una moto, adaptada para poder manejar con comodidad.

Miró atónita al resto del grupo. Pensó una vez más en la tergiversación de la palabra “compañero” y se retiró de la casa. Dos puertas a la izquierda se repetía un secuestro, y parte del grupo armado miraba cuál sería el primer mueble rematado.