domingo, 30 de marzo de 2008

Otra mirada es posible

René Burri es esa foto del Che. Pero es mucho más. Es una lente juguetona, avispada. Es una Leica de riesgo. Una mirada que muestra la tragedia en serie. Una lupa que supera el momento decisivo de Cartier Bresson. Es el descubrimiento de la condición humana en blanco y negro. Es la crónica periodística en imágenes.
René Burri nos recuerda que cada clic es un juego. Recupera lo lúdico en la fotografía, el guiño al público y la construcción colectiva del significado de cada retrato. Nos muestra lo que vio, haciéndonos partícipes. Escuchamos junto a él los bombardeos, gritos y llantos de las guerras; así como los sonidos de las panderetas, cada vez que un niño sordomudo las golpeó contra las palmas de sus manos. Recorrimos el atelier de Picasso y vimos temblar de frío a esa modelo desnuda por el estudio. Fuimos fantasmas ocultos en los rincones del circo.

MOMENTOS DECISIVOS
Cuando uno se rebela ante algo, está implícito el reconocimiento y la valoración ante ese “algo” que se quiere subvertir. Burri no niega la maestría de Cartier- Bresson y su manera de hacer escuela en la fotografía. Sin embargo, se rebela ante el uso del momento decisivo en fotografía, sugerido por el maestro en su práctica.
En cualquier existencia hay momentos únicos e irrepetibles. Si pueden ser capturados por una lente, no sólo son únicos sino que se vuelven trascendentes… tanto en un álbum familiar como en una exposición; en un portarretrato y en la tapa de una revista o en un fotorreportaje.
El momento decisivo de Cartier Bresson es, intentando un paralelismo, como cuando se habla de la felicidad. Si se intenta definir a la felicidad, muchas veces se podrá arribar a la conclusión (aunque no de manera concluyente) de que ésta consiste en momentos. No se es feliz todo el tiempo, porque todo es mucho y, si la felicidad existiera siempre, nos e la podría distinguir de otros estados de ánimo y no se le daría el plus de valor que trae consigo.
Ahora bien, la felicidad son momentos (en plural). Por lo tanto, para arribar a esa foto, a ese momento decisivo, éste estuvo compuesto de un conjunto de momentos que se encadenaron para su resultado final. La decisión de Burri es mostrarnos el conjunto.
Hay fotos decisivas, definitorias, pero su fuerza y su toque especial está también en mostrarnos que no está aislada de un conjunto de hechos. Es decir: se llegó a esa imagen porque antes existieron otras.
Burri pone en la balanza el valor de los acontecimientos. Nos recuerda – o nos muestra por vez primera –, que los hechos no surgen de la nada; que hay que considerar el conjunto. Los motivos (humanos, en el caso de este fotógrafo) están inmersos en movimientos más grandes. La foto no es una foto sola – aislada-: fue un rollo.
Los fotógrafos, como testigos presenciales de sucesos irrepetibles, no están condenados a preponderar una imagen por sobre su conjunto. Pueden elegir, como Burri, mostrarnos hechos en serie.

UN MUNDO, UNA GUERRA
Burri, de manera casi azarosa en un principio, y luego con su trabajo y crecimiento profesional en la Agencia Mágnum, es testigo de momentos decisivos para la humanidad, esos que luego se denominan momentos históricos. Es responsable, gracias a una extensión de su vista y su cuerpo, como es la lente de la cámara, de mostrarnos qué ocurrió alrededor del mundo.
Podría nombrarse cómo decidió contar las clases en la escuela de niños sordomudos de Zurich, o los juegos de las pequeñas gitanas en Europa del Este, o asignar características a las poblaciones, como su recordado libro sobre Alemania, marcando sus tensiones, y la serie de fotos de los franceses como despreocupados o los italianos con su luminosidad. También los retratos en las latitudes de China, Egipto, Checoslovaquia, África de Sur o Pakistán.
Pero algo para destacar es, en breves palabras, su particularidad mirada sobre la guerra. En las imágenes de Burri con motivos bélicos no se muestra la muerte. Probablemente porque este fotógrafo esquiva la obviedad.
En la exposición retrospectiva, la sala que expone Territorios de guerra agrupa las fotos que retratan los distintos enfrentamientos mundiales sin que aparezca la sangre, las heridas, los cadáveres. Como el Hitchcock que no quiere usar en Psicosis el Technicolor porque cuando chorrea sangre, ésta siempre es roja; Burri nos muestra los rincones de los espacios invadidos y violentados. El joven vietnamita maniatado y tabicado bajo las ruedas de un tanque. Las formaciones de soldados y militares adquiriendo líneas de abstracción. Los gritos mudos de los rehenes que corren hacia ningún lado.

René Burri es esa foto del Che. El revolucionario en su intimidad de la oficina gestando otro mundo posible. Esa seguridad en la mirada. Ese secreto de estrategia guardado. Ese humo cálido y envolvente de habano y de alma enriquecida.
René Burri es ese fotógrafo que se atrevió a jugar. A fotografiar en serie. A contarnos que otra mirada de un mundo es posible.

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