Como la
venta ambulante de este hombre, mi percepción está llena de
adjetivos que tapan agujeros.
Viví en La Plata. Una ciudad cuadrada y torcida, características habituales de muchos de sus habitantes que pueden combinar ambas características o una por vez. Ahora estoy en Montevideo, una ciudad de la que me vuelvo a enamorar cada día, gracias a su Rambla y su aire de mar. Soy una Santa en Remera, alguien que vuelve sin amor por amor, una y otra vez. En este blog quizá paseen por los pensamientos que trae tanto aire viciado entre tilos, smog, diagonales y río-mar.
martes, 7 de mayo de 2013
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Pasadas
las ocho de la noche, en el ómnibus, la ciudad me deprime: el señor
de saco marrón claro saca de su bolso un juego de bijouterie
plateado y lo vende en voz baja. Con presencia y dignidad camina por
el micro y busca alguna mirada que responda. Algunos miramos de
lejos. La mayoría mira hacia afuera, indiferente silenciosa, dolida,
cansada, oscura.
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1 comentario:
Bella niña!! Me llegás al alma!
tonu
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