jueves, 1 de mayo de 2008

Girondo

Inspirada en el poema Derrumbe de Oliverio Girondo

Perdí la cuenta de las descargas. Iban abajo y más abajo. Llegaron muchas veces hasta allí, y ardía.
Ellos gritaban “¡Abajo! ¡Más abajo!” y la electricidad me recorría.
Mi cabeza daba vueltas y vueltas. Quedaba mareada cuando finalizaba la sesión; shockeada y sin poder reaccionar. Ya no podían ir más abajo, no había más para electrizar. Entonces me tiraban del catre al suelo y yo tenía sed. El mareo hacía sentir que ese golpe al piso no eran escasos centímetros, sino un largo, eterno y doloroso espiral.
Mi existencia se derrumbaba. Me volvía una ausencia, una sombra quizá. Llegaba a la celda arrastrando los pies. De manera fantasmagórica, los fragmentos que quedaban de mi cuerpo secuestrado, ululaban entre los escombros y las ruinas de aquella cárcel clandestina. La masa informe, que antes había sido mi piel, lograba acomodarse contra un rincón. En mis sienes, quemadas con doscientos veinte voltios, un turbio remolino mezclaba las risas y caricias que supe tener, con los gritos mutilados que se oían al final del pasillo.
Abajo y más abajo se hundían las posibilidades de ser libre. Como pensamientos desconocidos, el amor, el deseo y la lucha se habían vuelto esquirlas que me herían, incrustándose en mi pecho.

Entre la luz y la penumbra
Entre el recuerdo y el olvido
mi aliento se apaga

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